El grano de arena se quedó inmóvil unos días. No podía creer lo que pasaba y las preguntas se sucedían en su mente como un torbellino. Luchó con todas sus fuerzas para alcanzar la orilla. Se encontró con la punta de la ola, que la golpeaba una y otra vez hacia atrás, al centro de la playa, donde nada podía hacer y donde sólo lo alegraba la frescura de la noche.
Una vez que la ola lo empujó especialmente fuerte, quedó tan derrotado, que cayó de bruces al suelo. Cuando despertó, ya no era capaz de ver el mar.
sábado, 21 de junio de 2008
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