lunes, 23 de junio de 2008
La caída
Mientras caía, los pensamientos se sucedían aumentando la rapidez con la velocidad de la fuerza de gravedad que la atraía hacia el suelo. Nunca hubo segundos más largos ni momento más extensos que aquellos. Cuando miró hacia abajo, vio que el mar no estaba, que sólo había rocas duras. Cerró los ojos con fuerza para no ver el golpe de su caída. Y deseó volar. Por un instante, con una seguridad que nunca había tenido. Y no cayó. Aunque pareciese increíble, una suave brisa la mantenía en el aire, sin caer. Al principio le costó elevarse, pero tomó impulso y saltó fuerte hacia arriba, hasta que remontó el precipicio. Jamás vio la brisa, pero la sintió y se apoyó en ella. Volvió hacia arriba, miró hacia el sol, y descansó.
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