Las emociones se intensifican, se siente más todo lo que ocurre, se vive más. La piel no dura para siempre y siempre está cambiando. Nunca es la misma mano la que tomamos ni el mismo olor el que sentimos.
La exfoliación duele un poco, hay irritación y rojez. Pero vale la pena, porque se va la piel muerta y queda piel nueva para vivir la vida que se despierta cada día con el agua que vitaliza con las emociones que surgen cuando menos se esperan y que aparecen en el lugar más extraño y en el momento menos preciso. Pero luego, se ve que cada momento fue preciso, que cada lugar fue óptimo y que el no esperarlas era justamente lo que hacía falta.
Con una nueva piel... se puede comenzar otra vez...y no importa lo que ocurra, por que la piel, siempre va a cambiar...
domingo, 15 de junio de 2008
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