1986, Tigre.
Febrero: fuego
Soy el tigre de fuego.
Mi guarida es mi hogar y en él recibo a mis amigos.
Mis crías son defendidas con fuerza; pero cuando sé que no las podré alimentar, las abandono, y eso no es antinatural, sino lo más natural que existe. Pero sólo las abandono cuando me he quitado la carne para alimentarlas y sé que de seguir haciéndolo, moriré y no podré alimentar a mis otras crías.
No soy frio, pues soy de fuego: pero el fuego también sirve para cocinar, por lo que el tigre de fuego es práctico.
El tigre vive y aprovecha cada minuto de su vida... sabe que tiene que comer y sólo le importa su presa; lo que ha comido se lo deja a las hienas, a los buitres o a cualquier animal que coma carroña, pues sabe que siempre podrá cazar una nueva presa y prefiere mil veces pasar hambre que comer los restos insuficientes para su apetito.
El tigre brilla y es recordado en todas las etapas de su vida: es un cachorro adorable, un joven sagaz y un anciano sabio.
Quien sea amado por un tigre debe saber que será amado con una intensidad nunca antes vista... por eso, pocos resisten ser amados por un tigre, y un tigre siempre será admirado y amado a la distancia que pocos se atreven a cruzar. El valiente animal que se atreva a cruzar la distancia que puede ser también acortada por el tigre, ya sea con un lento e hipnótico contoneo o con un abrupto y efectivo salto, será siempre bienvenido por el sólo hecho de haberse atrevido.
Y si el animal ha de alejarse, que se aleje, pero que se aleje lejos... muy lejos, lejos, hasta donde el tigre no sea capaz de verlo. Los ojos del tigre son ojos de gato, ojos que ven en la oscuridad y más allá de los límites. Si el tigre ve al animal alejado, no olvidará que este se ha ido y el animal sufrirá la terrible mirada felina, hasta que se aleje o hasta que el tigre se aburra de que el animal permanezca obstaculizando su vista, cubra la distancia con un salto y ataque sin importarle que miren sus crías.
domingo, 20 de julio de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
31 enero 1984
soy el jabalì de agua
Publicar un comentario